La invasión de Godzilla

godzillaAunque me imagino que ustedes creen que yo me invento estos cuentos de ficción, en especial los que nunca han vivido en zona rural, tienen que saber que uno pasa muchos retos y adversidades que no son propios de la vida citadina (ni que viniera de New York) con las que hay que aprender a lidiar.Todo empieza el sábado pasado en la mañana, uno día como cualquier otro, estando en mi apartamento de repente me acuerdo que dejé el maquillaje en el carro y tengo que ir a traerlo. Normalmente soy extremadamente loca y freak con el tema de la seguridad y cierro con llave la puerta hasta para ir a tirar la basura. Se me ocurre la brillante idea de superar mis mañas (año nuevo, vida nueva, es lo lindo de enero hay mil propósitos) y hago la tremenda gracia de dejar abierta la puerta principal mientras bajo las gradas para ir al carro del que recogí lo que necesitaba. Subí las gradas pensando en lo bonito que estaba el clima, el antojo que tenía de helado y veinte tonteras más cuando de repente detecté la presencia de una iguana casi dinosaurio en el pasillo.

Cambio de párrafo porque tengo que contarles (para que entiendan lo que viene por que es horrible) que acá adonde vivo hay plaga de iguanas gigantes y lo peor de todo es que ya le perdieron el miedo y el respeto a los humanos, creo que incluso comen gallo pinto y el otro día fue mi perdición ver que hasta nadan en la piscina porque ahí me sentía “ten”.

Vuelvo a ese momento crítico del pasillo en el que venía con mis tontos pensamientos cuando de repente en un segundo todo se detuvo mientras la mega iguana y yo hicimos contacto visual, “mierda, digo &%$”& está más cerca de la entrada que yo, pero no creo que…. MIERDA salió corriendo como si quisiera ganar oro en las olimpiadas y entró como Pedro por….. MI casa, AUXILIOOOOOOOOOOOOOOOO”. El pinche día que dejo la puerta abierta un segundo.

Así como suena, en un segundo mi sábado tranquilo se convirtió en un día con una iguana gigante en mi mini casa que tenía que sacar yo sola de alguna forma, cuando ya una vez había tenido cuatro días de roomate a una esperanza por pendeja (se acuerdan del ataque del bicho asesino)

Algo que aprendí después de mi otra experiencia es que como en los secuestros las primeras horas son vitales, no puedo dejar a cualquier insecto, animal o ser vivo que se apropie de mi casa así no más.

Mi peor temor es que se hubiera metido hasta mi cuarto, ayyy no ¿se imaginan? Entré en modo misión imposible haciendo el menos ruido posible y haciendo levantamiento visual del área (buscándola en la sala y comedor lo que llaman) ya cuando esperaba lo peor vi un pedazo de colilla que se salía del sillón; “mierda ahí está, aleluya no entró al cuarto”.

Traté de mantener la calma y ordenar las ideas, se me ocurrió que la comida era una buena táctica para lograr mi objetivo y como no había ido al super lo único que tenía para negociar era una barra de granola, si siempre pasan pidiendo y robando lo que sea eso iba a ser más que suficiente.

En la sala hay un balcón que estaba abierto por lo que mi estrategia era llevarla hasta ahí, por falta de horas de Animal Planet no me percaté que por supuesto estaba más asustada que yo y no iba a probar ni medio bocado de lo que le diera, es más ni se movía ¡Ay Dios!

Con la granola en el piso apliqué plan B fui por la escoba (obvio no iba a golpear a la iguana, tan mala no soy) para mover un poco el sillón y hacerla salir de ahí. Un par de golpes (al sillón no a la iguana) y nada pasó.  “Ahora sí me va a tocar adoptarla, Sally sería un buen nombre”, pensaba mediocremente.

Después del último golpe, de los nervios se me cayó la escoba haciendo un ruido durísimo al pegar contra el suelo que se sumó a mi grito de susto. La iguana debió pensar “esto se está poniendo feo” y cuando estaba a punto de sentarla a ver Netflix conmigo, salió corriendo de nuevo como en la Maratón de Chicago, se tiró del balcón como si fuera Batman y se llevó en banda una de mis macetas pequeñas que también cayó al primer piso.

Me asomé por el balcón esperando ver a la iguana con el cuello torcido y la pata quebrada y lo único que encontré fue mi maceta que por suerte no se quebró por caer en zacate.

Ahora sé que además de robar comida, entrar a casas y nadar… TAMBIÉN VUELAN!!!

 

Imagen de http://www.freepik.com

 

 

 

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s