El recuento de los daños

recuentoSe han puesto a pensar que hoy es 30 de diciembre. No es un día como cualquiera, faltan menos de 48 horas para que empiece a sonar por todo lado la canción que me da más fobia en este mundo: «yo no olvido el año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas…» arggggg.A pesar de que este año me dijeron varias veces señora (será que ya lo parezco) descubrí mi pasión por coleccionar matas, que aprecio cenar con música de violines, que me gustan los hombres que saben barrer y me emociono en navidad al recibir electrodomésticos, admito que fue increíble.

Este 2017 vino acompañado por muchos cambios y evolución en algunos ámbitos, ha sido igual o más emocionante que cualquier serie de Netflix de la que uno no puede esperar a ver la siguiente temporada.

Hasta aquí todo iba bien (excepto por la canción esa de terror, debería ser prohibida) pero no sé si a ustedes les pasa como a mí que a estas alturas es cuando empiezo a hacer un inventario de lo que fue el año, lo que me dejó, lo que no pude hacer, lo que prometí y ni intenté y lo que logré tal vez con mucho esfuerzo o simplemente por casualidad. El temido recuento de los daños.

!Qué desilusión darse cuenta que uno no cumplió todo lo que se propuso! hay cosas que simplemente no pasaron del todo teniendo 365 días para lograrlo ¿en qué momento se fue el año tan rápido?

Cada nuevo año viene lleno de mucha energía, oportunidades y propósitos, pero con el paso de los meses se quedan engavetados, olvidados o empolvándose. Y es que no fue que se luchó por esas metas y no se consiguieron; es que ahora que lo pongo en perspectiva creo que nunca hubo un plan de acciones diarias, semanales o mensuales para poder conseguirlas.

¿Será que nos proponemos cosas imposibles de lograr o simplemente no hacemos un plan para legar a ellas? Si me preguntan en mis meditaciones de 30 de diciembre creo que por lo general es más de la segunda.

Cómo cuesta luchar contra nuestra cultura tica de “pura pajas”, si bien amo nuestro país, hay que admitir que ese rasgo nos caracteriza. El “de fijo” nos mata porque es sinónimo de nunca, el “ahorita” nos hace priorizar siempre lo urgente ante lo importante y el “ya casi” hace que vayamos dejando nuestros sueños a un lado hasta olvidarlos.

No se trata de llorar por la leche derramada, porque el año ya casi termina y no va a perder los kilos que le sobran, terminar con esa relación tormentosa o buscar un nuevo trabajo en los dos días que quedan; se trata de ver hacia delante,  proponerse cosas realistas y pensar de una vez en cómo podrían lograrse. Además no hay que olvidar esa auto palmadita en la espalda por lo que sí se dio #mandahuevo.

¡Qué satisfactorio debe ser llegar al próximo 30 de diciembre con las metas cumplidas, sin quedarle debiendo al año!

Como lo dice la famosa frase; “para resultados diferentes hay que hacer las cosas diferentes”, no empiecen el año llenos de propósitos sino llenos de acciones.

¿Será que el 2018 voy a tener calificación perfecta o será que vuelvo a escribir un artículo como estos?

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