Decidí ir a un barcillo con una amiga, solo por una cerveza y algo de comer. Cuando llegamos estaba repleto y yo le dije resignada “no hay campo”, a lo que ella respondió “está la barra” y en ese momento de gloria solo pensé; es de las mías!!!
Por supuesto que era más cómodo estar sentadas en una mesa, pero me encantó saber que ambas estábamos de acuerdo en que sentarnos ahí no representaba un atentado para nuestra femineidad.
Esta escena lo único que generó entre nosotras fue la conversación inevitable de que cómo cuesta encontrar mujeres seguras, que dicen lo que piensan y poco les importa lo que piensen los demás y de cómo la vida nos pasa la factura por tener esta peculiar forma de ser (relfexiones profundas de barra casi a punto de pedirle al bartender una de Yuri)
Yo me considero una de esas mujeres (o por lo menos trato) pero no todo es color de rosa para gente como nosotras (por supuesto porque no somos “pink”) ya que somos consideradas como una amenaza por varios especímenes del género masculino.
Mi autoestima que ha sido el resultado de varios libros de Walter Riso, los piropos de mi familia y los que me digo cada día frente al espejo (hay que echarse porras) ahora resulta que es lo menos sexy del mundo porque el mercado busca a mujeres quebradas, inseguras o con poco que aportar (lo que llaman limitadas) Si bien todas a esta edad ya tenemos algunos traumas creo que es admirable que una persona trate de admitir sus debilidades y quiera sacar lo mejor de sí ¿o no?
Este es un llamado a los hombres a que no se asusten si algún día queremos pagar la cuenta, si somos las que damos el primer paso en algún punto de la relación o si podemos discutir cualquier tema polémico con la tranquilidad como si habláramos del clima. Eso no nos hace menos mujeres ni despreciar la caballerosidad, simplemente somos mujeres seguras.
Y es que al final no se trata de competir, sino a que es mejor jalar la carreta junto a la otra persona que simplemente subirse a hacer más peso. Si bien somos la especie que más exigimos, también damos en esta medida. Al final las parejas deberían ser un equipo, afortunadamente el tiempo de la esclavitud ya terminó, por aquello para los que a veces se ponen de alfombra.
Mujeres sean quiénes son, el hombre para ustedes sabrá valorar cada una de esas cualidades “exóticas” y únicas que las diferencian del montón (suena medio Disney pero fijo sí pasa) Hombres, la próxima vez que se encuentren a una de estas mujeres no salgan corriendo como si viniera el tsunami, respiren, cuenten hasta 3, conózcanla y después me cuentan…