La batalla contra el bicho asesino

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La siguiente historia es de la vida real y contiene escenas de violencia y descripciones muy fuertes no aptas para todo público.

Ya tenía decidido el tema de esta semana, pero hace dos días mi vida transcurría normal hasta que cometí el estúpido error de dejar la ventana de mi cuarto abierta más tiempo del que debía, sin saber que aún hoy sigo pagando las consecuencias.

A la medianoche estaba lista para ver tele un rato y después dormirme; acostada en mi cama me doy cuenta que en una de las paredes hay un bicho, pero no un bicho cualquiera, “EL BICHO”. Para explicarme un poco mejor es el McGregor de los bichos.

Nunca me he considerado una vieja ridícula que grita por que ve un cien pies o se sube a la silla porque ve una cucaracha, además muy en el fondo tengo un lado chancletudo que no quiere matar bichos porque no es culpa de ellos haber nacido feos y no ser un panda divino o por lo menos una mariquita que hace gracia.

Volviendo a “EL BICHO” decidí que ya estoy grande, que era muy tarde y en el cuarto había suficiente campo para dormir cada uno a su manera. Sin embargo, temía cerrar los ojos y me resistía a dormir, cabeceaba un poco asustada hasta que el sueño me ganó.

A las 2:00 a.m. oigo un zumbido “zzzzzzzzzzzzzzzz” y adivinen; EL BICHO voló encima de mi cabeza y se paró justo arriba de la cabecera, porque además es volador el hp. Me levanté de un brinco con el corazón a mil por hora casi decidida a dormir en la sala.

Son esos momentos en los que uno quiere que el príncipe azul entre por la puerta(aunque sea en pijamas) que me aguantaría a un marido aunque ronque, que invoqué a mi mamá la experta mata bichos y ya muy desesperada terminé rezándole a la gloria divina que se llevara su alma repentinamente porque “ya le tocaba”.  Al final éramos solo EL BICHO y yo.

Fui a la cocina por el tupper más grande (ojo el trámite) atrapé al bicho, fui moviendo el recipiente hacia la ventana arriba de mi cama, abrí la ventana y al llegar al filo lo destapé para empujarlo sintiéndome como toda una heroína. No había terminado de celebrar cuando vi que quedó en el puro marco de la ventana. Traté de empujarlo pero se puso violenta la cosa y cuando voló hacia mí, del susto el tupper se terminó cayendo por la ventana (de un segundo piso).

Una vez que volvió a mi cuarto se convirtió en algo personal, entonces a como pude con una bolsa logré sacarlo al pasillo y cerrar la puerta para dormir finalmente. Al día siguiente ya apoderado de mi sala, a pesar de que abrí todas las ventanas y hasta el balcón tuve que desayunar, trabajar, almorzar y cenar con EL BICHO. No quería que esto terminara en un zapatazo u homicidio. Hay que respetar la vida humana, animal e “insectial”.

Para no cansarlos con el cuento aún sigue en mi casa, viéndome mientras escribo, es increíble que un ser tan básico de 10 cms (en serio es grande) cause tal revuelo. No sé porqué no sale a comer, a aparearse o volar por ahí, solo sé que si para mañana sigue aquí le voy a poner un nombre.

Gracias a todas las personas que me han dado apoyo y tips por Instagram en el que expresé mi desesperación en los últimos días.

Las negociaciones pacíficas continuarán hasta nuevo aviso…

 

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