Uno sabe que tiene un buen libro en la mano cuando pierde la cuenta de las páginas que ha leído y en general la noción del tiempo. El analfabeto emocional de Ismael Cala desde el título me cautivó y no pude soltarlo hasta llegar a la última página.
El tema central es que ante la falta de interés de las instituciones educativas y la sociedad en general, por instruirnos en el tema de inteligencia emocional, debemos ser nosotros mismos quiénes auto gestionemos nuestras emociones para no caer en un analfabetismo de este ámbito.
Los primeros capítulos del libro son un recorrido a través de los distintos conceptos de emociones según varias religiones, culturas y épocas. Desde los antiguos filósofos hasta sicólogos de nuestros tiempos.
¿Cómo ser felices sin depender de nadie? ¿Cómo usar la ira como el impulso para cambiar una situación? ¿Cómo canalizar la tristeza de una forma sana? son algunas de las cosas que se pueden aprender con los consejos de Cala.
En las siguientes páginas el autor ejemplifica a través de entretenidas anécdotas de su propia vida, cómo es posible tomar conciencia de las propias emociones para luego controlarlas. Además, uno logra sentir empatía con sus relatos porque son cosas cotidianas que depende del manejo que se les dé pueden robarnos la paz y energía.
La relación entre salud mental y salud física la demuestra por medio de casos de personas que conoce o ha atendido alguno de sus colegas.
Algo que me encantó es que el positivismo reina en este libro y tiene un mensaje de esperanza que motiva a hacer un recorrido introspectivo para ser mejores personas, tener relaciones interpersonales más agradables y ser felices con quiénes somos.
En resumen, un libro de esos que suman.
Se encuentra a la venta en la Librería Internacional