El “yo no sé qué”, o si quieren que suene más exótico, en francés el “je ne sais quoi» (ni puedo pronunciarlo :$), según la prestigiosa Wikipedia es un “objeto o cualidad difícil de definir, en especial si provoca atracción”.
En cuestiones del día a día esto se traduce de la manera más gráfica en ese hombre o mujer que vemos caminando por la calle y tal vez no sea el más guapo o la más linda, pero nos hace de repente querer pegarle un mordisco o llevarlo de la mano a misa el domingo.
Nos cuesta mucho identificar la cualidad que nos cautiva y engancha de estos “yonosequés”, y aunque desde el punto de vista matemático, científico, cuántico, estético o estadístico no tenga mucho sentido, logramos explicarlo diciéndole a algún amigo; es que tiene algo.
La frase anterior es como ese salvavidas que nos da una salida fácil ante el cuestionamiento de los demás porque ya no importa que sea feo, que no sea el tipo de uno, que tenga gustos totalmente diferentes, porque mientras “tenga algo”, aunque sea inexplicable lo que vimos en ese sorompo(a), resulta ser suficiente para que el mundo recupere la calma y los amigos nos den la bendición.
Y es que a uno con los amigos si le toca ver cada cosa… Con estas lluvias tan intensas una noche me dediqué a acordarme de todos aquellos mágicos momentos en que he podido ser testigo de esas atracciones inexplicables (casi cortos circuitos) de mis amigas que me provocan darles un “cosco” para que se les vuelvan a acomodar sus ideas.
Confieso, eso sí, que yo he sido víctima muchas veces, pero les juro que si tenían algo (aunque fuera bien escondido).
¿Cómo estos “yonosequés” sin ser tan guapos, tan chivas o tan nuestro tipo logran derretirnos los helados en cuestión de segundos o llamar nuestra atención tan violentamente?
Le di muchas vueltas al tema hasta casi volverme loca, pero finalmente entendí que la clave está en el denominador común que tienen todos estos seres imperfectamente maravillosos. Esa cualidad difícil de definir que nos vende la paupérrima definición de Wikipedia: señores y señoras, se llama “seguridad” (espero que algún día el sitio me dé el crédito por esto) y es una energía que no viene en el cereal, ni en la Cajita Feliz, ni viene en combo por defecto con la belleza, la inteligencia o con el hecho de perder kilos. Es algo que se tiene o no se tiene, que se gana si se ‘bretea’ con mucho esfuerzo (a veces ni así) y que se lo creen los demás si uno se lo cree primero.
Estas personas, en serio, se la creen. No importa si son mujeres que caminan como si fueran ángeles de Victoria´s Secret cuando ni califican para salir en la contraportada de la Teja y ni qué hablar de los maes que se hacen los rogados como si fueran Brad Pitt cuando no podrían salir ni en Combate.
Pero al final de cuentas y aunque nos dé chicha admitirlo; lo atrapan a uno porque sin importar lo que la gente diga, a veces pesa más el “ser” que el “parecer” porque que lo tienen, lo tienen.
No hay un mayor atractivo que transmitirle al mundo esa confianza de quererse y aceptarse a uno mismo (suena cursi, pero si lo piensan tiene sentido). Y ahora, después de toda esta reflexión, no sé ustedes, pero ahora “yo si se qué”. 😉