Permisos que ruega un macho que se respeta (Parte 1)

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Muchas veces detrás de casi todo “macho que se respeta” existe una novia, esposa o compañera a la que le come gallina. Puede andar todo el día por la calle rajando de sus años de gloria cuando era soltero y hasta de que todavía liga, pero la hora de la verdad llega cuando necesita que le sellen la visa para un permiso.

En teoría, todos los seres humanos son libres y pueden hacer lo que les dé la gana. Pero en la práctica eso no sucede cuando la gente está en pareja. Hay actividades que hace cada uno por su lado que son irrelevantes para el otro como tomarse una birra casual con un amigo, ir al súper, a pasear al perro, a comerse unas alitas con los colegas.

No obstante, existen los que yo llamo PLANES, de los cuales les hablaré más adelante en otro artículo.

Cuando uno de estos PLANES aparece, los hombres inmediatamente confirman su asistencia. Si lo dudan un segundo van a ser basureados por flojos. Es justo en ese punto en el que empieza una carrera contra el tiempo (con música de Misión Imposible de fondo y el tic tac del reloj) para idearse ¿cómo carajos voy a sacar el permiso?

En el arte de sacar permisos hay toda clase de estrategias. Definitivamente, no todos actúan igual:

El premeditado: días antes de hablar del caótico tema empieza a preparar el terreno. Llega con flores, invita a buen restaurante, abre botellita de vino en la casa y si ya el permiso es demasiado forzado tira fin de semana de hotel en la playa. ¡Nada tonto!

El minimizador: se dedica a hacer que las cosas parezcan menos trágicas de lo que son. Trabaja minimizando todos los detalles; si van 50 personas dice que son solo 15, si es hasta las 5 am dice que no termina tan tarde y si es un plan que incluye “malas”, dice que tal vez van las primas feas del amigo. De todos modos son solo detalles. ¡Pequeños detalles!

El victimizado: habla del permiso con una naturalidad nata, ni pestañea. En el momento que le preguntan algo o ve que a su pareja no le está haciendo gracia el tema se monta esta clase de show en el que reclama que nunca ve a sus amigos, que trabaja mucho, que se terminó la temporada de su serie favorita, que tiene mucho estrés y termina yéndose enojado como toda una diva. ¡La culpa es buen arma!

El chantajista: este nada más no se complica, tira el permiso a la par de una remuneración por adelantado para su pareja por previo acuerdo. Un día de spa, le compra una cartera nueva, un día de compras con tarjeta ilimitada. ¡Todo tiene un precio!

El suicida: este no dice ni pregunta nada, solo se manda. Así de cabeza como en bungee, disfruta el plan a más no poder porque sabe la clase de bronca que se va a comer después. ¡Mejor pedir perdón que permiso!

Si se la han aplicado, ya podrá clasificarlo en uno de estos tipos; si se lo van a aplicar de nuevo sáquele el máximo provecho posible porque igual va a terminar yendo.  En cambio, si es usted el que lo ha aplicado no deje que vean este artículo para que no lo agarren.

En fin, para hablar más sobre esos PLANES y qué pasa después de estos dichosos acontecimientos, los invito a leer mi próximo artículo.

CONTINUARÁ…

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