Apenas me gradué de la Universidad a los 21 años, me parecía increíble que a uno alguien le pagara por brindar sus servicios profesionales. Muchos de mis compañeros empezaron a hacer práctica gratis en las mejores agencias de publicidad del país pero yo sólo quería ganar plata.
No sabía bien cómo hacer un currículo, ni tenía mucho qu poner. Fui llenándolo con mis datos, mi título (por supuesto), uno que otro cursillo que según yo sumaban y lo metí en las páginas de empleos.
Fui a un par de entrevistas pero nunca me llamaban de vuelta, empecé a sentirme inapetecible laboralmente (yo me inventé el término pero enserio asi me sentía) Un día me llamaron de una empresa que nunca en mi vida había oído, aún así me emocioné mucho.
Busqué la poca ropilla de oficina que tenía, me maquillé muy sobria y fui de inmediato a la entrevista. Me hicieron sólo un par de preguntas y yo tampoco tenía mucho que contar, duré solo como media hora. El puesto era para ser asistente de mercadeo de un hotel, me sonaba chivísima.
Mi sorpresa fue una hora después cuando me dijeron que estaba contratada y que al día siguiente debíamos tomar un vuelo a Carrillo para que conociera a todos en el hotel. Así de fácil obtuve mi primer trabajo.
Al día siguiente, yo sintiéndome toda una adulta incorporada en la fuerza laboral del país, le pedí a mi mamá que me llevara al Tobías Bolaños para agarrar la avioneta privada. En cuestión de un día me había vuelto muy importante.
Mi mamá estaba aterrada preguntándome que cómo iba a irme con desconocidos a un trabajo que conseguí por internet y de una empresa que nadie la conocía. Se había hecho esta película de trata de blancas que ni les cuento. Yo solo le decía: ma lo siento tengo que ir a trabajar. Hoy entiendo la angustia de la pobre.
Pese a mis esfuerzos porque no se bajara del carro, cuando llegamos al aeropuerto no había terminado de abrir mi puerta cuando ella ya estaba lista para conocer a mi jefa y al dueño de la empresa. Los tres empezaron a conversar y yo me sentía de vuelta a mis 5 años cuando me llevó por primera vez al kínder y me encargó a los profes. !Una pena total!
Después de hablar con ellos se fue un poco más tranquila y resignada. Yo por fin podía empezar mi día de trabajo como toda una publicista graduada.
Aunque siempre he amado las avionetas porque el paisaje se ve con más detalle que desde un avión, la de ese día era para cuatro personas y realmente muy pequeña (no apta para claustrofóbicos). Son de los momentos en que uno piensa ¿Qué estoy haciendo aquí?
Después de unos minutos de vuelo nos encontramos con la sorpresa que el aeropuerto de Carrillo estaba cerrado. Mi jefe por suerte era super relajado y pidió que nos llevaran al más cercano para aprovechar el viaje.
Aterrizamos en Quepos y nos fuimos los 3 con el piloto en un taxi haciendo un recorrido valorando los hoteles de la competencia y hablando solo de cosas de trabajo que a mi me parecían muy profesionales. Paramos a almorzar en uno muy lindo en Manuel Antonio y nos quedamos hablando paja un rato. El jefe pagó todo y nos devolvimos.
Más que un día de trabajo para mi fue un paseo. Cuando aterrizamos de nuevo en San José me dijeron que ya me podía ir y pensé que la hotelería definitivamente era lo mío. ¡Qué buen primer día!