La venganza del nadaquever

En mi artículo Los 7 pecados capitales de un nadaquever, definía a este ser como; “un individuo que la pulsea sin mucho éxito pero que en un momento de debilidad, desesperación, despecho o puro aburrimiento de su presa (que en algún momento parecía inaccesible) se gana un chance solo por el simple hecho de estar ahí”.

Partiendo de este concepto solo imagínense la historia de una mujer harta de los típicos hombres perros y encantadores que la engañan, desilusionándose una y otra vez, usando siempre como paño de lágrimas al mismo nadaquever que le oye los cuentos y la hace sentir menos miserable.

El nadaquever muy pellizcado, aprovecha el tipo de frases como; “no quiero más hombres así”, “estoy harta de los perros” y en ese momento saca lo mejor de sí y la llena de piropos y detalles que rescaten algo de su autoestima.

La mujer agradecida empieza a ver cualidades en él que nunca había apreciado; “él si me pone atención”, “me trata como princesa”.

El tiempo pasa y el nadaquever logra ganarse su corazón y aunque en el fondo ella nunca llega a sentirse del todo convencida es imposible rechazar a alguien que se preocupa tanto porque esté bien.

En el momento en que se da cuenta que ella cede un poco, lo ve con amor y le habla con dulzura, sus pensamientos de nadaquever empiezan a torturarlo. “Siempre ha sabido que estoy enamorado de ella y nunca le ha importado”, “quién me tiene de idiota chineándola después de todas las veces que me ha despreciado”.

Cada sonrisa de ella siente que es una burla “anduve con todos los que quise antes de darle pelota y aún así aquí sigue”, “ahora solo me queda conformarme con este”.

El nadaquever martirizado por todos estos pensamientos, saca la dignidad que ni sabía que aún tenía y decide desaparecer, dejar de contestar las llamadas de la mujer y buscarse otro amor imposible a quién secarle las lágrimas.

La mujer no entiende nada y su decepción es peor porque jamás imaginó que esto pasaría y en el colmo de la desesperación sin obtener respuestas, busca una nueva víctima que le oiga el cuento.