Secretos del karaoke para un desafinado

El karaoke… Ayyy ¡qué palabra!, ¡qué experiencia! ¡Quién có-mo tuuuuuuuuuuuuuuu! (si conocen a Ana Gabriel,  admitan que lo leyeron cantando). Por un momento sentí las luces de colores en el techo, el sabor de la buena boca y el sonido de cada cantante aficionado que va apoderándose del escenario sumando a ese show de “talentos” improvisados que se presentan cada noche.

Yo amo el karaoke; sin embargo, reconozco que no nací con una voz privilegiada, aunque también sé que hay muchos peores (cuando digo muchos me refiero a MUCHOS) y me conformo con pensar que al menos llevo el ritmo correcto y que tengo el valor de levantarme y dar la cara a mi público.

En mis visitas constantes a Tunas, Elvis y algún otro que descubra por accidente, me he dado cuenta que una buena voz siempre tiene el karaoke dominado (por más que el cantante muestra la misma emoción que la gente cuando se despierta a media noche a abrirle al perro para que orine). Este grupo de gente talentosa vienen siendo los #cuidadofalla y siempre tienen los aplausos garantizados.

¿Pero qué pasa con los pobres desafinados? ¿Será que están destinados a calentar toda la noche la silla? ¿No pueden ser también amantes de la música aunque las cuerdas vocales no les respondan? ¿Merecen ser privados de la adrenalina del escenario y los aplausos? Amigos,  existen opciones.

Vaya a lo seguro: si usted no tiene la voz de Steven Tyler y ni siquiera le llega a Enrique Iglesias, no cante canciones complicadas que requieran muchos tonos de voz o esfuerzos profesionales. Quédese en canciones básicas como: “Cuándo calienta el sol” de Luis Miguel.

Duos, tríos, no se la eche solo: si mezcla su no tan favorecida voz con una o dos que si lo sean, el conjunto puede terminar sonando algo agradable. Porqué cree que el popurrí de Pandora es tan popular…

Métale baile y actitud: una manera de desviar la atención en la voz es haciendo todo un show, en el que puede incluir algunos pasos de baile y otras payasadas que hagan al público valorar su esfuerzo. En este caso le recomiendo el Baile del perrito, La Negra tiene tumbado o alguna de Shakira para que mueva las caderas. Si la sabe hacer, hasta puede superar a los #cuidadofalla.

Gánese a los vecinos: con esta estrategia su reto no empieza con la canción sino desde que llega al lugar. Muéstrese simpático con cada persona que ve, con cada mesa que lo rodea, hasta con el guarda, porque son aplausos que sumarán al final de su interpretación. Para esto recomiendo que después de cada canción ajena aplauda y haga barra como si acabara de oír al mismísimo Plácido Domingo. Le aseguro que esto le hace ganar puntos cuando llegue su turno.

Incluya al público: la última pero no menos importante, el público es una gran herramienta. Si de repente se encuentra con una nota de la canción a la que no puede llegar, capéese el tiro poniéndole el micrófono al sapo que ha estado cantando más duro que usted. También puede decir frases como: “¿Dónde están las solteras?”, “Ustedes cantan esta parte”, “¿Qué dice mi público?” y cualquier otra que le nazca al calor del momento.

La opciones son infinitas para ganarse al público sin tener una buena voz. Así que la próxima vez puede llegar sacando pecho y con la sonrisa digna de un rey o reina del karaoke.